domingo, 22 de julio de 2012

Cosas que he visto en las Meninas y que no había visto antes.

He pintado con mis alumnos del insti una réplica de Las Meninas de Velázquez para colgarlo en un hueco de escalera y que todos las personas que la usen lo vean. 

Pero para mí, que soy un asiduo lector de todo lo relacionado con Velázquez, también ha significado un aprendizaje del propio cuadro. He sentido cosas en las que no había reparado y creo que vale la pena contarlas. No voy a repetir ideas que están en todos los libros, son solo curiosidades que no había leido en ninguna parte.
Vamos a ello:
El encuadre fotográfico. Parece que el cuadro ha sido recortado. Aunque está perfectamente compuesto, hay algo que me parece muy raro. 

  •  (Nº 1 de la imagen) Desde el lado derecho por el que entra Nicolasito Pertusatto para fastidiar al perro, justo sobre su cabeza se ve un marco de un cuadro, solo se ve un listón y produce sombra sobre la pared. Esto es difícil de entender. No se sabe bien de qué se trata. Es innecesario.
  • (Nº2) Al enanito Nicolás, que entra por la derecha, le ha cortado el culo.  ¿Cuando has visto un cuadro con una figura que está entera dentro de la obra, con el culo fuera? No tiene lógica.
El ritmo lineal creado por los puntos de color bermellón y rojo. Los hay en todas las figuras delanteras, las atrae hacia adelante, ayudando a crear mejor ilusión de profundidad. Pero lo más gracioso es que están alineados en una línea curva casi espiral, muy de arabesco decorativo. Muy barroco. 

Los círculos cerrados de los personajes, crean espacio de profundidad. Uno pasa por las cabezas de las figuras de la izquierda, otro pasa por las de la derecha y sale del cuadro por la derecha, dejándonos la evidencia de un espacio a la derecha que no vemos pero intuimos, y el tercero pasa por las figuras delanteras, es azul y te incluye a ti, que eres el espectador.

La menina que le está dando un jarrillo rojo a la infanta. O sea que iba detrás de ella por el palacio con el jarrito para que se lo tomara. Después de darme cuenta de esta cuestión, me he enterado gracias a mi amigo Enrique Morán, que las mujeres de la época se comían, literalmente, estos jarritos. Barro cocido y pintado al engobe, les producía un efecto blanqueador de la piel pues les obstruía ligeramente el conducto biliar y esto las hacía estar pálidas por lo que era un asunto de belleza. Además les daba cierta coloqueta somnolienta agradable, y enganchaba. ¡Qué cosas!  


María barbola y Nicolás Pertusatto son muy rubios. María era alemana y Nicolás italiano, una era profesora de idiomas y el otro apenas sabía hablar.

Pintar con los alumnos una cosa así enriquece a estos, en varios sentidos; el primero es que conviven con la obra de cerca. Ellos cuando pintan no hablan, hablan los de alrededor pero los que están en la faena no, pues  se concentran y reflexionan en cuestiones como: 
  • ¿cómo hago para que la pintura que yo pongo se parezca a la del pintor original?, 
  • ¿lo tengo que hacer todo en fresco para que los colores se fundan en esta cabeza?, o 
  • ¿cómo restriego la pintura para que estos colores tan oscuros se parezcan pero sigan siendo diferentes?, y 
  • ¿porqué pintó Velázquez a esta enana?, o 
  • ¿este que entra por la derecha es un niño o una niña?. 



Yo como profe también meto la mano en la pintura pues no hay mejor ejemplo para un aprendiz que ver trabajar al maestro. Cuando estudiaba en la Facultad de Bellas Artes, los profesores nos hablaban pero no pintaban delante de los alunnos. Los profesores que lo hacían eran los más respetados, eran verdaderos maestros que ejercían su maestría. Un ejemplo es Don Miguel Pérez Aguilera a quien todos sus alumnos reconocemos como un genio.

Es importante perderle el respeto, reírse y bromear con el arte. Esta es la única manera de sentirlo cercano y bueno. A nadie le gusta algo aburrido, a ver si los profesores aprendemos esto. En la foto se ve como le pusimos a la infanta Margarita un bigote de plastilina para celebrar el cumpleaños de una alumna. ¡Felicidades Clara!. Luego ese bigotillo desapareció por arte de magia y no quedó rastro.

Yo soy profe de instituto, y por lo tanto funcionario. Y como premio a mi trabajo, recortes. Me voy a volver como los funcionarios de los chistes.





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